Hoy, 2 de abril, conmemoramos el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. 

Lejos de ser  “otro crimen de la dictadura” como se animo a decir Néstor Kirchner, la guerra de Malvinas se trató de una gesta heroica en defensa de la soberanía de nuestra Patria frente al invasor inglés, que, como había sucedido hacía un siglo y medio en Buenos Aires, imponente se cernía sobre nuestro territorio. La superioridad del ejército inglés en materia militar era evidente, pero esto, lejos de acobardar a los soldados argentinos, los inspiró al arrojo audaz por nuestra Patria, dejando como resultado el mayor daño en el ejército del Reino Unido luego de la Segunda Guerra Mundial.

Esta épica y osada epopeya desarrollada en el Sur de nuestro país debe servir como ejemplo para nosotros hoy, jóvenes que libramos otro tipo de batalla, una en la cual parece imposible vencer, contra enemigos superiores, que manejan las redes sociales, los medios de comunicación y tienen millones de adeptos que, dormidos, parecen luchar por ideologías que no comprenden.

Aun así, el deber nos exhorta a despertarnos y enfrentarnos contra aquellos que amenazan nuestra Nación, lo demandan el honor, la familia, la Patria y Dios; nos demandan que nos arrojemos en su defensa, que hagamos lo que podamos hacer cada uno en nuestro día a día, o incluso que entreguemos nuestra propia vida, como aquellos valientes soldados que entregaron la suya por nosotros hace 37 años en Malvinas. 

Nunca los olvidaremos, nunca renunciaremos, nunca nos rendiremos.

Soldados, no les decimos adiós, sino hasta el Cielo.